Dios como el diablo

“Dos almas, ¡ay de mí!, imperan en mi pecho

Y cada una de la otra anhela desprenderse.”

Un cambio de piel, el sonido de una voz, nuestro propio reflejo.

La construcción de un cuerpo nuevo y el sacrificio por sí mismo,

la división de su personalidad, todo parece algo presto y deliberado.

Tenemos esa ansia por el cambio, por la transformación de ser superior.

Tanto dios como el diablo han sido un yugo en el cuello de la sociedad Desde que empezamos a pensar y soñar.

Ningún dios puede salvarnos de nosotros porque no es elegante.

La elegancia es más importante que el sufrimiento.

La moral existe a medida que una cicatriz se expone y se sonroja.

Todo lo que puede suceder se desgarra facilmente.

No podemos hacer lo incorrecto nos atenemos e lo que debemos hacer.

No existe la voluntad de entes que inventamos para esconder la ira

De no saber explicar lo que hemos sido y perdido, ese libre albeldrío.

Codicias inconcientemente lúcidas, deidades escurridizas e inventadas

Como dios, como el diablo se divierten a costa de intentos y el fracasos.

En nombre de justicia los corderos dictan sentencia y hacemos guerra.

Daniel Ulibarri

Amante del humo, la gasolina, los químicos y preservantes. Quienes abriguen escrúpulos de moralina, se encierren en sus 'tiquismiquis' de conciencia y provincialismos santurrones, favor dejen de lado estos renglones ahora mismo.

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