Hay magia en la decadencia.
Un baile por hacer para
la podredumbre, el gusano esparcido.
Montones de carne que se amontona
sobre la tierra llena de estiércol
y la humedad que se junta
y se oxida y contamina.
Hay un poco de esto
incluso en el alma más zoética,
Los brazos del niño que baila
agitándose con una vieja canción que va
seduciendo a las moscas del día…
Lejos a cualquier rango,
el nativo es el más cercano.
Sólo hoy yo camino a lo largo del río
con mi vida en mi mochila.
En el camino había una serpiente,
vientre arriba y todavía nerviosa:
el fantasma de algún pasado,
la bicicleta o el caballo apenas
comienza a mostrar signos
de holgura y aferramiento.
En la oscuridad se afirma la carne.
que a su vez dice que sí, sí, que vamos
a pudrirnos juntos pero no hasta
habernos drenado la savia
que queda en estos árboles.
No hay más aguante.