
Una rosa es una rosa
Yo no entiendo a la rosa.
Brota cuando el invierno es más invierno y cuando más frío es el frío.
Las demás flores están arrebujadas entre las hojas, y ni un pétalo sacan del capullo.
La rosa, en cambio, sale al mundo y no le teme al viento ni a la noche.
Esta rosa no es de color de rosa.
Tampoco es púrpura, como las rosas poéticas, las de Sor Juana o Góngora.
Es amarilla, no como el oro, sino como una nostalgia que se guarda entre las páginas de un libro, recuerdo que de pronto cae y hiere.
Miro esta rosa por la vidriera del ventanal y le digo desde mi ignorancia:
-No te entiendo.
He olvidado que las flores no son para entenderse.
¿Quién puede entender a una flor? Ni siquiera un poeta, digo yo.
La flor, la verdadera flor, está más allá de todos los hombres y de todos los poemas.
¿Se puede resistir esa tentación?
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