
Tornadizo
La veleta se cansó de que la gente dijera siempre:
–Es tornadizo como una veleta.
Decidió entonces dejar de ser tornadiza, y un buen día amaneció inconmovible.
Soplaron fuertes vientos provenientes de los cuatro rumbos cardinales, y la veleta permaneció firme.
Entonces sucedió algo que los observadores han encontrado interesante: la casa empezó a girar.
Aunque increíble, el fenómeno se antoja lógico: si la veleta ya no giraba, algo tenía que girar.
La gente de la comarca ya no dice:
–Es tornadizo como una veleta.
Ahora dice:
–Es tornadizo como una casa.
Al paso de los días todas las veletas de la ciudad imitaron a su compañera: todas dejaron de girar. Y ahora, por consecuencia, todas las casas giran.
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