
Sobre el tema de Don Juan
Solo, en silencioso diálogo con sus recuerdos, el hidalgo sevillano aguarda la llegada de la noche.
Tiene en la mano una copa de vino. Nunca le ha gustado beber solo, pero ahora la soledad es su única compañía. Con ella vive, y con la sombra de las mujeres a las que un día amó y que lo amaron.
Ha levantado su copa varias veces.
Brindó consigo mismo por doña Ana, por doña Elvira, por doña Mercedes, por doña Isabel, doña Esperanza y doña Inés. En la penumbra de la habitación mira sus rostros. Hay en ellos una suave sonrisa que no es de tristeza, sino de evocación.
Don Juan sonríe también y otra vez brinda, ahora por la vida, por sus vidas, por sus amores y por el amor.
Entra la noche al aposento. El anciano que bebe su copa, solitario, no teme a la oscuridad. Es su amiga. En ella puede ver lo que en la luz no ve.
Alza su copa y brinda para agradecerle al Misterio la paz que con la noche viene.
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