
Pequeñas sutilezas
He tenido la intención de decirte
cómo mi cielo es rosado aquí a veces.
Es como el techo de una boca que está
a punto de morder los dientes de acero
torcidos de toda una ciudad en llamas.
Cada vez que vos y yo nos observamos,
es un desperdicio que tus largas manos
no se aferren a las mías y nunca las dejés ir.
Porque somos más que pequeñas sutilezas.
Invisibles de todo menos los árboles y ese
toque de nuestros dedos pensativos…
Somos llamas perdurables que se tornan azul.
Nuestras temperaturas elevadas cuando
nuestras llamas están casi agotadas,
deseando cada uno lo cavernoso en el otro.
A veces me sigo preocupando si hay un
infierno al que iré, porque durante días
después del sexo me duelen las entrañas,
que sentado aquí en esta silla puedo decir
que nunca quiero tocar un hombre de nuevo.
Somos sólo pequeñas sutilezas jugando con fuego.
Este deseo condenado a terminar en decepción.
Compartir:
- Haz clic para imprimir (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Tumblr (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en WhatsApp (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Pinterest (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Reddit (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para enviar por correo electrónico a un amigo (Se abre en una ventana nueva)
- Más


Entradas Relacionadas

Todo lo que hacemos es morir
marzo 16, 2022
El escritor
octubre 24, 2021