
Sana, sana…
Este relato lo leyó doña Juli Anita De Las Porras, presidenta ad vitam interina de la Pía Sociedad de Sociedades Pías, y sufrió un accidente de estiptiquez tan grave que su médico de cabecera tuvo que someterla a un tratamiento a base de aceite de palmacristi que duró varios días, hasta que la ilustre dama pudo volver a regir naturalmente.
He aquí ese vitando chascarrillo:
Pepito fue al baño a hacer pipí.
Se disponía a hacerlo cuando la tabla del inodoro cayó y le golpeó la partecita que iba a usar.
El chiquillo lanzó un grito tan desgarrador que su mamá acudió corriendo. Llorando de dolor Pepito le contó lo que le había pasado.
La señora, con maternal solicitud, le frotó suavemente la parte dolorida al tiempo que le decía con ternura lo que a los niños les dicen sus mamás en tales ocasiones:
“Sana, sana, colita de rana”.
“Nada de ‘sana, sana’ –la interrumpió Pepito con enojo–. Besitos, como a mi papá”
Compartir:
- Haz clic para imprimir (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Tumblr (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en WhatsApp (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Pinterest (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Reddit (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para enviar por correo electrónico a un amigo (Se abre en una ventana nueva)
- Más


Entradas Relacionadas

Las mujeres de Don Juan
enero 17, 2021
Cuando somos niños
abril 12, 2021