
Paloma
¿Cómo es posible este milagro?
Del cielo baja una paloma y visita mi ventana cada día.
Bien sé que no lo hace por mí: yo no merezco tal prodigio.
Viene porque han madurado ya los higos de la higuera.
Pero jamás una paloma había llegado acá; nunca vi una tan de cerca.
La paloma es de ésas que se llaman “trigueras”.
Sus patitas son color de rosa.
Su pecho tiene la curva -y ha de tener la tibieza- de un seno de mujer.
Cuando levanta el vuelo pone en el aire un tenue silbo.
Así, pienso, debe sonar el aleteo de los ángeles.
A fuerza de mirarnos, la paloma y yo nos conocemos ya.
La oigo llegar y hago como que estoy escribiendo, pero la veo con el rabillo del ojo.
Ella come, y luego asoma la cabecita entre las ramas.
Pareciera decirme:
“Ya me voy”.
¿Habrá en el mundo, digo, una mejor higuera que la mía, que da higos y da también palomas?
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