
Ola
Se monta en el mar una pared cóncava acanalada con brillo, que empuja hacia adelante, construye altura.
Su fortaleza pendiente desde su escondite se levanta a la vista: siluetas negras en tableros.
Pies pálidos se curvan, equilibran su peso, una habilidad aprendida.
Es la ola que imitan y los mantiene tan quietos.
Los cuerpos marmoleados se han convertido en mitad ola, mitad persona, pies de espuma en procesión cronometrada:
El equilibrio es el triunfo en este lugar, el tirón sin sentido del que cabalgar.
Un estante fluido se rompe como lo dejan, cae y, ralentizado, se pierde a sí mismo.
Cuerpos envainados y resbaladizos como focas que aflojan y hormiguean;
Por la tabla se siente el pie descalzo, chupada de guijarros.
Aún reman en las aguas poco profundas.
Dos se salpican, luego todos nadan para esperar a que la ola correcta los reúna.
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