
Melocotón
De las flores viene la bolsa de papel marrón de
duraznos que le compramos al tipo en la curva
donde giramos hacia carteles de color melocotón.
De las ramas cargadas, de las manos de dulce
compañerismo en los contenedores viene el
néctar del camino, los suculentos melocotones
que devoramos, con piel polvorienta, viene el
polvo familiar del verano, polvo que comemos.
Tomamos lo que amamos dentro, llevamos dentro
de nosotros un huerto, comemos no solo la piel,
sino la sombra, no solo el azúcar, sino los días,
para aguantar la fruta en nuestra mano, adorarla
y luego morderla: júbilo redondo del melocotón.
Hay días que vivimos como si la muerte no
estuviera en ninguna parte en el fondo;
de alegría en alegría en alegría, de ala en ala,
de flor en flor a flor imposible, a flor imposible.
Compartir:
- Haz clic para imprimir (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Tumblr (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en WhatsApp (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Pinterest (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Reddit (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para enviar por correo electrónico a un amigo (Se abre en una ventana nueva)
- Más


Entradas Relacionadas

Con ritmo
septiembre 13, 2020
Soñar y dejar de soñar
marzo 22, 2022
One Comment
eduardoulibarri
Ese huerto que todos llevamos dentro puede generar múltiples cosechas. Me gusta.