
Los sueños no viven aquí
El agua corre por la acequia que pasa al pie de mi ventana.
Es media noche. El mundo está dormido. Yo no.
Yo estoy despierto en medio de la sombra. No veo nada, y nada me ve a mí.
Todo ha callado.
Sólo escucho aquí cerca el murmullo del agua, y allá lejos el insomne ladrido de un perro que se ladra a sí mismo.
No llega el sueño.
¿Será que habré cerrado con seguro la puerta de la habitación y no logra entrar?
Si contara hasta 100, según mi abuela me recomendaba, quizá podría dormir.
Pero cuento hasta mil y no duermo…
El sueño se ha ido, y los sueños ya no viven aquí.
El agua me arrullaría, pero tiene trabajo. Aún le falta un buen trecho para llegar al huerto.
¿Cómo va a gastar tiempo en arrullar a un hombre que ni siquiera sabe ya dormir?
Si al menos se tratara de un niño, o de un muchacho que todavía no ha aprendido a soñar despierto…
El agua corre por la acequia y se va.
La vida corre por mí, y copia al agua.
Compartir:
- Haz clic para imprimir (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Tumblr (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en WhatsApp (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Pinterest (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Reddit (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para enviar un enlace por correo electrónico a un amigo (Se abre en una ventana nueva)
- Más


Entradas Relacionadas

Seres paralelos
septiembre 18, 2020
El enfoque de genero rural
marzo 11, 2020