
Lo que quedaba de mí
Profundidades en mis sueños
hasta imprevistos momentos,
como una fuga, como una especie de señal,
el toque del dedo de un bromista,
para hacerme saber lo que es real.
¿Qué pasa con el sueño dentro de un sueño?
Un repentino, leve cambio en el orden
de las cosas y todo el pasado deshecho.
Dejé lo que quedaba de mí mismo:
a su cuidado esa noche mi historia y recuerdos.
Fuimos al río y nos desnudamos en la orilla.
Seguí la larga y lenta V de su torso.
Fui su sonido y él mi superficie,
traía consigo lo que otros amantes
habían abandonado: facturas de hotel,
falsos anillos, borradores y tiros…
Mojamos nuestras botellas y nos bebimos.
Con la fuerza de la intimidad sonrió y me dijo:
“Creés que estás a salvo, pero no conmigo“…
Yo ya era suyo, el tonto que es sordo y mudo.
El que hace girar una sombrilla rosa
de tiempos urgentes, pasados, prohibidos, vividos.
Él me da la vuelta y frunce el ceño:
sus labios resbaladizos lo son son todo…
palabras de sabios, risas de ataúd,
maestro de los muertos que me sacan del túnel,
su silbido sensual, familiar y seductor.
Me acosa y me lleva hasta la casa de cristal:
historias y secretos que no alcanzaré a contar.
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