
La violencia, la estupidez y el amor.

Un arrastre espiritual.
Una participación desinteresada.
Las fantasías nunca se disculpan.
Un brillo desvanece.
La monotonía necesaria.
La alegría es colectiva, parece.
Nada es personal.
No hay recuerdo para la compasión.
Consumimos cualquier cosa.
Los días pasan.
Los dedos sangran.
Nos hablamos como nos hablamos.
Las heridas nos acumulan.
La monotonía es la factura que cimenta el dolor.
Ojos que se abren fortalecen al miedo.
Congeladas en pasajes de infinita permutación,
las dudas necesarias para cualquier distorsión.
Escépticos y muertos somos rodeados y sujetos
perpetuos de la violencia, la estupidez y el amor.
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