
Hábitos
Porque he visto el amor y su rostro es un corazón
escogido de corazones y una carne de puro fuego,
fusionándose desde el centro
donde todo el movimiento es uno mismo.
Y he conocido la desesperación de que el
rostro haya dejado de mirarme con la rosa
del mundo y permanecer enrollado en un paraíso
artificial, el infierno para entrar.
Si supiera que estabas ahí caería de rodillas
y suplicaría tomarte en mis brazos una vez más.
Pero no tiene sentido intentarlo.
Uno solo puede tomar medios para reducir la
miseria, confundir las sensaciones.
A este rostro lo que duele en el corazón y hace
cada día nuevo empezar más lejos de la fuente
del deseo se desvanece de la carne que enciende,
la noche con sueños y añoranza infinita.
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