
El vagar del alma
En lo más alto de la noche nuestra alma sale a caminar cuando el cuerpo está dormido ya.
No es un sueño ese vagar del alma.
Es un peregrinaje por mundos que ha conocido ya y por otros que, sabe bien, conocerá después.
Nosotros no nos damos cuenta de los andares de nuestra alma. Estamos ocupados en soñar, y ese ejercicio nos impide ver.
El alma, entonces, viaja libremente, sin ser notada, y llega a donde alguna vez estuvo y a donde alguna vez volverá a estar.
¿Que cómo sé todo esto? Lo sé porque una noche mi sueño se distrajo y alcancé a ver por una rendija de la oscuridad al alma que partía.
No me pregunten cómo era: es imposible describir un alma.
Tampoco quieran saber a qué hora regresó. Cuando salí del sueño -o cuando el sueño se salió de mí- ella estaba ya en su lugar.
No sé dónde está el alma.
Ella lo sabe porque ya ha estado ahí, y porque alguna vez volverá a estar.
Compartir:
- Haz clic para imprimir (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Tumblr (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en WhatsApp (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Pinterest (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Reddit (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para enviar un enlace por correo electrónico a un amigo (Se abre en una ventana nueva)
- Más

