Suena

Cinco horas después y entro en la habitación donde el reloj hace tictac.

Encuentro una almohada para amortiguar los sonidos que hago.

Me dedico a robarle a Dios su sonido,

palomas en alguna parte encima de mi.

Suena la tos de un hombre que hace eco por el pasillo y el batir de alas por debajo de mí.

Suena el chirrido de gorriones en el callejón y los rasguños que pican mi cuero cabelludo.

Ventana fuera de mi ventana, el rellano de pájaros bajo la bahía.

Todos los detalles aburridos no están más aquí.

Tengo las alas de metal, seré dios ahora en la mañana.

Te tengo agarrado de las orejas por los tubos de escape

como mil autos disparando sus motores girando por toda la ciudad.

Daniel Ulibarri

Amante del humo, la gasolina, los químicos y preservantes. Quienes abriguen escrúpulos de moralina, se encierren en sus 'tiquismiquis' de conciencia y provincialismos santurrones, favor dejen de lado estos renglones ahora mismo.

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