Un cura y un rabino, amigos entre sí (cuando no hay intolerancia, fanatismo o ignorancia puede haber buena amistad y respeto entre los miembros de distintas religiones), desayunaban en una cafetería.
El sacerdote pidió huevos con tocino. Le dijo a su amigo: «Ustedes no comen tocino, ¿verdad?».
«Nos está vedado» -contestó el rabino.
«Lástima -comentó el otro-. Es muy sabroso».
En eso pasó junto a ellos una linda muchacha.
El rabino le preguntó al cura: «Ustedes no pueden tener trato con mujer, ¿verdad?».
Con las mismas palabras de su amigo respondió el presbítero: «Nos está vedado».
«Lástima -ponderó el rabino-. Es mucho más sabroso que el tocino».