«Ahí va el hombre con el que se está acostando la vecina«.
Al oír esas palabras de su esposo doña Cotilla saltó de su sillón y corrió presurosa a la ventana a ver al hombre.
Observó decepcionada:
«Es el marido de la vecina«.
Replicó el señor:
«¿Y acaso no se está acostando con él?«.
Un indignado caballero se presentó en la relojería y le reclamó con enojo al encargado:
«¡Me dijo que este reloj me duraría toda la vida! ¡Apenas tengo 15 días con él y ya se descompuso!«.
El relojero se defendió:
«¿Y yo qué culpa tengo de que usted no se haya muerto antes?«.
El padre Arsilio predicó en el retiro para hombres casados.
Dijo:
«Lo mejor en el matrimonio es la fidelidad«.
Desde el fondo se oyó una pregunta:
«¿Y qué es lo segundo mejor, padre?«.
La sexoservidora bebía una cerveza con su cliente.
Le contó:
«Mi abuela fue ama de casa, mi mamá es maestra y tengo una hermana monja«.
Le preguntó el sujeto:
«¿Y cómo fue que vos llegaste a ser lo que sos?«.
«No sé -ponderó la dama de la noche-. Supongo que lo debo a mi buena suerte«.