
Casi
En una terraza a la orilla del mar,
la luz de la mañana ilumina el verano.
Siento el viento perspicaz de la época del año.
Soy el hombre de varias edades.
Sentado. Sincopado. Dos en uno. Me levanto.
Abro la ventana en pinos y palmas.
Me siento de nuevo ante un carril de luz
que apaga la pantalla, que todo lo ve,
que vaga a toda velocidad y se pregunta
al pasar sobre el ardor de las llamas
y la expansión de tiempo.
Nada está planificado.
Ni siquiera en una cuota ligera.
Fuera de las sombras una realidad
mide la superficie en pedazos por ser recorridos.
Las escrituras inclinadas tierra adentro,
una terraza se desliza hasta el mar,
veraneando a la luz de la madrugada.
Un viento descuidado define la temporada.
Multiplicando épocas, parpadeando.
Me levanto del libro que estuve leyendo.
Paso a través del vidrio.
Ventanas, palmeras y pinos.
Vuelvo a mi silla, reorganizando la vista.
Soy el hombre de varias edades.
Deambulo, más allá de las sombras:
una realidad que medimos en parte
para explorar imprevistos el aire luminoso.
El viento regresa insolente como un fantasma
cruzando eones, repentinamente sobresaltado.
Sobre un bosque de pinos con palmeras
en la distancia donde reconstruye la vista.
La distancia corta la escritura hasta su más
mínimo rastro para permitirme volver…
Casi entero, casi redondeado, casi encontrado.
Casi.
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