Para ella, las circunstancias deben ser normales.
Y así el regreso. Puerta abierta.
El camino cortado hacia la puerta engrasada;
el pasto despejado de piedra y aliso.
Todo intacto lo suficiente para entrar.
El hombre o la mujer fuera del valle
o trabajando arriba de la línea de árboles.
Ningún otro sonido, mas algunos extraviados
apresurándome en el crepúsculo como si el final
fuese una certeza y sin nada más que decir.
Ella no sabe, ella no sabe.
Tras volver para encontrar a su tipo
y no hallar ninguno, ella se levantó hacia el árbol
sin tener claro qué hacer después
más cantar aquella canción…
la que siempre quiso que le cantaran.