Las alimañas salvarán al mundo

Esta mañana saludé al gorgojo, que arruina el grano más preciado.

Me reservo mis felicitaciones para esa larva sobria que no descansa, incluso en las aguas más cristalinas.

Y no escatimo aplausos para los pececillos de plata, tomándose su tiempo en libros, sin aprender nunca el latín.

Honro a la cucaracha que, en la penumbra de la noche, rechina en la ropa vieja de la gente común.

Y ante la rata que roe los pies de la mesa del pueblo, me inclino respetuosamente: esto se parece al pasaje del rey que mastica hasta los sueños y lágrimas de ciudadanos.

Larva y hormiga blanca, a vosotros, vasallos de un reino oscuro, mis felicitaciones.

A los insectos rapaces, a las plagas que asolan las cosechas y el ganado, una palabra de solidaridad.

Felicito a las ardillas que mordisquean las nueces de la poesía en la tierra húmeda del mundo tercero y escondite de la liebre en el cerco, olfateada por los perros de caza, que rompe lo que ocultan a nuestros ojos.

Le ofrezco mis respetos al ingeniero de la decadencia, la lombriz, que se traga al hombre.

Hay que devorar el viento y el palacio, demoler las estructuras de podredumbre, cambiar la faz del mundo.

Y que la termita admirable, en el saco de maíz o entre los aleros, corregir el error de los hombres.