
Al dejar de soñar

Estaba en una caja perdida en un rincón del cuarto donde se arrumban las cosas inútiles.
El hombre no sabe por qué entró ahí.
Seguramente porque no tenía nada que hacer.
Cuando no tenemos nada que hacer entramos a lugares a los que no debemos entrar.
Le llamó la atención aquella caja y la abrió.
Ahí estaba, en el fondo, como un muñeco roto, como un juguete descompuesto, como un trapo desgarrado.
Lo reconoció al verlo. No era un muñeco, ni un juguete, ni un trapo. Era un sueño. Lo tuvo en la juventud, y un día dejó de soñarlo.
Luego lo olvidó. Sintió pena por su sueño cuando volvió a verlo en el fondo de la caja perdida en el rincón del cuarto donde se arrumban las cosas inútiles.
Igualmente sintió pena por él mismo.
Otra habría sido su vida si hubiera luchado por cumplir aquel sueño.
Pero no luchó.
Dejó de soñar.
Ahora espera que nadie se dé cuenta de que él también es una cosa inútil.
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